La Alimentación Consciente o “Mindful Eating”, consiste en aplicar la atención plena o Mindfulness al comer, poniendo atención e intención a la experiencia de pensamientos, emociones, sensaciones físicas y conductas que tienen lugar antes, durante y después del acto de comer.
En ocasiones también recurrimos a la comida para calmar emociones, como la ansiedad y tristeza, entre otras, aunque lo cierto es que al final generan un sentimiento de culpa que no nos deja salir de este círculo vicioso.
El “mindful eating” nos ayuda a comprender y escuchar a nuestro cuerpo y reconocer cuando sentimos ese hambre emocional o física.
Consiste en escuchar las sensaciones corporales; prestar atención a las señales de hambre y saciedad, para nutrirnos, sentirnos saludables y satisfechos, física y emocionalmente; aprender a distinguir el hambre fisiológica de la emocional; conocer los diversos desencadenantes psico-emocionales que nos llevan a recurrir a la comida, aun estando ya saciados físicamente. En este estilo de vida son muy importantes la meditación, la intención y la actitud.
La meditación nos sirve como una manera de afinar el instrumento, nuestra parte corporal.
La intención, el para qué comemos, darnos cuenta de que no siempre lo hacemos por hambre física.
La actitud de compasión hacia nosotros mismos, de curiosidad, de apertura a la experiencia, de autocuidado.
¿CÓMO PUEDES INICIAR LA PRÁCTICA DEL MINDFUL EATING?
Obsérvate con mirada compasiva. Compasión no significa aceptar y validar todo lo que haces. Es, desde la responsabilidad, llevar amabilidad y comprensión a tus comportamientos con la intención de cambiar lo que te daña. Aceptando sin culpa lo experimentado hasta ahora ha sido desde lo que sabías hacer en ese momento. Sin culparte ni reprocharte.
Recuerda que la actitud es importante, y nada mejor que empezar con una actitud curiosa, paciente y libre de juicios y expectativas, que nos lleve por el camino del autoconocimiento para comprender los mecanismos que dirigen nuestra alimentación.
-Entiende que este cambio no sucede de un día para otro, y que el proceso no es lineal.-
En ese camino, los errores se contemplan como una fuente de información y no algo a evitar a toda costa. Ten presente los tipos de hambre.
Cuando tengas apetito, tómate unos instantes para cerrar los ojos, hacer un par de respiraciones profundas y preguntarte: ¿De qué tengo hambre? Quizá de sabores nuevos, de compañía, ¿un olor me ha despertado el apetito?, ¿como por hábito o rutina?, ¿me aburro?
A la hora de empezar a comer, al menos los primeros bocados, intenta hacerlos conscientes, atendiendo al aspecto, el olor, los sabores, la sensación en tu estómago o qué piensas de lo que ingieres.
Ten en cuenta estos consejos, que te ayudarán a practicar la alimentación consciente:
Bebe un poco de agua antes de comer: Disminuye la ansiedad y aumenta la sensación de saciedad.
Cuida la presentación de lo que comes: Ya se dice que se come por los ojos. La estimulación visual de tus platos también es importante. Así que, dale valor a cómo se presentan.
Come sentado y sin distracciones: De este modo, al poner atención en el acto de comer, te resultará mucho más fácil observar si ya te sientes de verdad colmado, y saborear y paladear cada uno de los ingredientes.
Mastica muy bien: Está comprobado que masticar muy bien lo que ingerimos contribuye a comer menos cantidad (porque así el cerebro detecta las señales de saciedad).
Sin llenarse del todo: No se necesita sentirse hinchado para dejar de comer. Observa el nivel de llenado de tu estómago con el que te sientes mejor.
Ayuda a conocerte mejor: El mindful eating, es un proceso de autoconocimiento más un estilo de vida. No es una dieta para adelgazar. Es un paso más en la línea de la práctica de la meditación.
Disfruta la ocasión. Por ejemplo, pon la mesa como te gusta, aprovecha la situación, la compañía o el simple hecho de comer tranquilamente.
Come sentada. Un buen consejo es elegir uno o dos lugares, tanto en el hogar como en el trabajo, y usarlos sólo para comer.
Respira un par de veces antes de empezar a comer. Esto ayuda a ‘bajar las revoluciones’ y a dar a la comida la total atención.
Date un tiempo mínimo de 20 minutos. Lo ideal es hacer una pausa en la mitad de la comida de al menos 2 minutos. Esto ayudará a estimar cuánta comida más se necesita para quedar satisfecho.
Artículo gracias a la colaboración de la Psicóloga Marta María Larios, especialista en Neuropsicología Clínica y Terapia Emocional.
Instagram @neuropsicohn
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